miércoles, 30 de abril de 2014

La década prodigiosa del baloncesto en Salónica (El Imperio Amarillo I).

David Ancrum (Iraklís) - Nikos Galis (Aris) - Branislav Prelevic (PAOK).

Salónica fue la capital del baloncesto griego desde mediados de la década de los 80 a mediados de los 90. El Aris y el PAOK se disputaban la liga en los años del despegue, cuando el deporte de la canasta se iba haciendo un sitio en la parrilla televisiva y la selección conquistaba el corazón de los aficionados. El tercer equipo en discordia fue el Iraklís, que se mantuvo en segundo plano pero que completó varias temporadas muy buenas.    

ARIS 1982-1993.

Plantilla del Aris de la temporada 1982-1983.

El Imperio Amarillo que dominó el baloncesto griego en la década de los 80 no surgió de un día para otro. Considero que la temporada 1982-1983 marca el inicio de diez años repletos de éxitos.

La primera temporada con Giannis Ioannidis en el banquillo (temporada 1978-1979), el Aris ganó la liga contra todo pronóstico. Fue toda una sorpresa puesto que no era un equipo tan fuerte como el Olympiacós, que contaba con cuatro griego-americanos en sus filas, y fuera de las canchas no pintaba nada. Además, funcionaba casi como un club amateur. La liga más importante de mi carrera”, ha dicho siempre. 

A partir de aquel triunfo se fue gestando la dinastía. De no haber sido por aquella liga, no hubiera venido Nikos Galis, por ejemplo, y no hubiera crecido la afición al deporte de la canasta. Otro día dedicaré una entrada a la liga 1978-1979, porque hay cositas interesantes que explicar.

El Aris campeón de liga 1978-1979.

La llegada del griego-americano Nikos Galis el año siguiente marcó un antes y un después en el baloncesto griego y, en general, en el deporte profesional del país. Pese a que el Aris y la bola naranja seguían siendo algo muy secundario, siempre por detrás del fútbol, todo el mundo hablaba de un jugador de 1,80 que metía 40 puntos como si nada. Entrenaba más que nadie pese a ser el mejor, se ejercitaba en el gimnasio y salía a correr, lo nunca visto. 

Antes de la llegada de Galis, se daba poca importancia a la forma física y no se trabajaban aspectos que hoy parecen fundamentales. La mayoría de los equipos entrenaba unas tres veces a la semana y un par de horas por sesión. Algunos jugadores salían de entrenar e iban a sus puestos de trabajo, porque con lo que les daban los clubes no tenían para vivir.

El americano Fred Debely sustituyó a Ioannidis, que se puso a trabajar para la federación. Conviene destacar este aspecto, porque el Rubio empezó a ser conocido entre las altas estancias deportivas. No en vano, acabó como seleccionador y dirigió a la selección en el Eurobasket de 1981, la primera vez que Galis y Giannakis jugaron juntos.

En su primera participación en la máxima competición europea (temporada 1979-1980), el Aris ganó al Maccabi de Tel Aviv en Salónica por 104-103 tras una prórroga, aunque quedó eliminado en la fase de grupos. Aquel fue el primer gran triunfo amarillo en la Copa de Europa (Galis todavía no podía jugar la competición). Ganó los tres partidos de casa y perdió los tres de fuera, en Tel Aviv, Bucarest y Estambul. El Maccabi acabaría llegando a la final de la competición, perdiendo contra el Real Madrid en Berlín.

Alineación de la temporada 1980-1981 con Dusan Ivkovic en el banquillo.

El serbio Dusan Ivkovic, que había conseguido el triplete con el Partizán en 1979 (liga, Copa y Copa Korac), sustituyó en el banquillo a Debely en la temporada 1980-1981.

A pesar de que en los dos años que estuvo Ivkovic no se ganaron títulos, reforzó el equipo con jugadores de la talla de Michalis Romanidis, internacional junior y senior, Petros Stamatis, Giorgos Doxakis o Nikos Filipou.

En aquellos años previos a la dinastía –“trienio inter Ioannidis”- las derrotas fuera de casa condenaron al equipo, que terminó dos veces tercero y una segundo, la última de Ivkovic.

En la Copa Korac, el Aris no pasó de la fase de grupos en la temporada 80-81. Ganó en casa a la Jugoplastika y al Brno, pero cayó fuera contra los mismos rivales y los dos encuentros frente al Carrera Reyer Venezia de Dalipagic, que llegaría a la final y perdería contra el Joventut de Badalona.

La temporada siguiente (1981-1982), el potente Limoges de Senegal, Ed Murphy y Dacoury, a la postre campeón del torneo, se cruzó en el camino de los amarillos. Los franceses no dieron ninguna opción y vencieron los dos partidos (106-77 y 77-88).

Las personalidades de Ivkovic y Galis acabaron chocando. El serbio tenía todas las de perder, porque el base se había convertido en el héroe de la afición. Ivkovic no fue renovado al concluir la segunda temporada. “Con Galis el Aris no ganará nada”, llegó a decir.

Con Dusan Ivkovic, el Alexandreio se había convertido en un fortín, pero fuera de casa el grupo no jugaba unido y el renidmiento bajaba. El Panathinaikós de las 4 K era más regular que los amarillos.

El club recuperó a Giannis Ioannidis en 1982, “el año del boom”. El Rubio ya había trabajado con algunos de los jugadores y conocía la casa mejor que nadie. Además, contaba con un par de años más de experiencia a sus espaldas y había aprendido a desenvolverse en los despachos. En Grecia es tan importante saberse mover dentro de la pista como fuera.

Celebrando el título de liga 82-83.

Con Ioannidis regresó Charis Papageorgiou, que había mantenido conflictos con la directiva por temas económicos y el Aris recuperó el trono liguero tras acabar con 22 victorias y 4 derrotas. Nikos Galis se proclamó máximo anotador del campeonato por tercera vez consecutiva y conquistó su primera liga. La clave, sin duda, fue que nadie ganó en el Alexandrio, donde en muchos partidos se superaron los 100 puntos.

En Europa, el Aris dio un pasito más. En la Copa Korac 82/83 los amarillos apalizaron en la vuelta al Hapoel de Jerusalén (93-66), remontando la desventaja de la ida (113-87), con un excelente Charis Papageorgiou. Puede ser considerada la primera gran remontada europea en la historia del club. 

Contra el Banco di Roma no hubo nada que hacer y el equipo quedó eliminado (86-89 y 86-60).


Para afrorntar con garantías la Copa de Europa 83/84, durante el verano el club cerró el fichaje de Dimitris Kokkolakis, una de las torres del baloncesto griego, procedente del PanathinaikósEl pívot era reacio a cambiar de aires, pero Ioannidis apareció en el hotel donde estaba con un maletín que contenía 2 millones de dracmas. El 2,15 fue sorprendido medio desnudo en la habitación dándose un “baño de dracmas”, según conféso Vasilis Goumás, compañero de cámara. 

Con la llegada del veterano jugador, el Aris partía como claro favorito para ganar la liga 83/84. 

En la Copa de Europa, el Aris cayó en segunda ronda contra el Maccabi. Quedaron en el camino el AEL de Limasol chipriota (49-106 y 97-56) en la fase previa, y el ASC Götingen (77-91 y 77-73) en la primera ronda.

Esta vez el Alexandreio no funcionó de talismán y los macabeos se impusieron por 62-68. A pesar de ganar en la Mano de Elías por 75-76, los griegos quedaban fuera. Galis se paró en 31 puntos. Los amarillos sacaban la cabecita en Europa. 

En la liga, el Aris y el Panathinaikós mantuvieron un pulso hasta el final, llegando empatados a 24 victorias. Como entonces no contaba el basket average, la liga se decidió en un partido de desempate jugado en Corfú.

Copa de Grecia 1984.

En una semana, el equipo de Salónica perdió la Copa (miércoles 18 de abril) y la liga (24 de abril). 

El PAOK se impuso por 74-70 en Salónica en la final de Copa y el Panathinaikós por 80-76 en Corfú en la "final" de la liga. De un posible doblete a una temporada en blanco. Las habitaciones del hotel de Corfú pagaron el cabreo de los jugadores amarillos.

El capitán del PAOK, Giannis Politis, a punto de recoger la Copa de 1984 con Ioannidis al fondo.

Que el Panathinaikós ganase el desempate no puede considerarse una sorpresa, porque ambos conjuntos tenían un nivel parecido, pero la derrota contra el PAOK pocos la esperaban. Los blanquinegros se hallaban en un nivel inferior, aunque poco a poco construirían su particular dinastía. Dos de las piezas fundamentales del futuro PAOK ya ganaron aquella final: Nikos Stavropoulos y Panagiotis Fasoulas.

Con el apoyo económico de algunos patrocinadores, Christos Michailidis tomó la decisión de fichar a Panagiotis Giannakis, figura del Ionikós Nicea y uno de los mayores talentos del país. La afición necesitaba un fichaje ilusionante tras los batacazos y Giannakis podía ayudar a Galis en la dirección.

Los tiempos estaban cambiando. Las televisiones daban los dos últimos minutos del partido de la jornada, pero cuando jugaba el Aris el choque solía estar decidido. La gente quería encuentros completos. En Salónica, los aficionados pagaban lo que fuera para ver a Galis

El periodista Filipos Syrigos trató de convencer a la televisión pública para que diese un partido cada sábado a las 16:00, pero no hubo manera.

Por Giannakis el Panathinaikós había ofrecido 13 millones, 4 jugadores e incluso ¡4 futbolistas!, aunque era el AEK el que llevaba la delantera en las negociaciones, ya que estaba dispuesto a cambiarlo por Vasilis Goumás, un anotador de época, y mucho dinero.

Giannakis firmando por el Aris.

Antes de decidirse por el Aris, el Rubio habló con Giannakis y le preguntó si estaría dispuesto a compartir el liderazgo en el equipo, teniendo en cuenta que venía de una escuadra en la que prácticamente jugaba solo.

El Aris acabó dando 17 millones en efectivo y dos jugadores (Christoforakis y Koulouris, que acabaría en el Ilysiakós). Además, a Giannakis se le dieron 8 millones en la mano. Se presentó en Salónica para firmar, a pesar de la contraoferta del AEK, que subía a 25 millones en dosis, además de Goumás. El montante (traspaso, sobrecito y jugadores) subió a cerca de 40 millones de dracmas.

Ciertamente, podría haber elegido como año inicial del Imperio 1984, porque con la llegada del escolta el equipo pasó de bueno a invencible, pero considero que el dominio amarillo comenzó en 1982. A pesar de no haber ganado nada en la temporada 1983-1984, llegó a dos finales, hecho que confirmaba la superioridad de los de Ioannidis.

Las dos finales perdidas y la llegada de Panagiotis espolearon al equipo la temporada siguiente, cuando el Aris conquistó su primer doblete.

En un apasionante derby, el Aris sentenció la liga tras vencer por 76-75 al PAOK. Acabó con 25 victorias y 1 derrota en Nea Smirni. El PAOK quedó segundo con 22 victorias.

Ioannidis y Dendrinós discutiendo en el polémico Panionios-Aris.

La única derrota en liga se la infligió el Panionios en un partido polémico, puesto que se tuvo que repetir. En principio, el Aris ganó el choque (69-65), pero el club de Nea Smirni presentó una protesta. Ciertamente, los árbitros cometieron varios errores de bulto que luego reconocieron. Pitaron la quinta falta a Filipou, cuando era Giannakis el que la había hecho, y concedieron dos tiros a Kostas Missas. Sin embargo, tras el primero, decidieron que continuase el partido a pesar de las protestas. Hubo de todo en la mesa de anotadores y un enfrentamiento subido de tono entre Ioannidis y el coach Makis Dendrinós. En el acta aparecieron reflejados dos tiros libres lanzados y fallados por Missas que nadie entendía, porque en realidad ¡sólo había tirado uno y lo había metido!.

En la repetición, jugada el 2 de marzo de 1985, el Panionios se impuso tras dos prórrogas (84-82), gracias en buena parte de los 26 puntos de Kostas Missas. Fue la última derrota amarilla antes de una serie espectacular de 80 victorias y casi 3 años de imbatibilidad. En liga tendrían que pasar 44 meses hasta la siguiente derrota.

Los dos americanos elegidos para jugar la Copa Korac habían sido George Wentzel y David Binion. El equipo superó el escollo del Levski Sofia búlgaro (110-117 y 90-66) y del Zadar de Vrankovic (84-71 y 94-89), para quedar encuadrado en el cuarto grupo, junto al Cajamadrid, al Lemans Moderne y al Liborno. Contra los españoles, el Aris ganó en el Alexandreio por 106-100 con 43 puntos de Nikos Galis.

Los de Ioannidis quedaron empatados con el Liborno (4 victorias y 2 derrotas). La derrota en la ida por 100-94 obligaba al Aris a remontar en la vuelta. Galis anotó 34 puntos y el Aris se impuso por 83-72, consiguiendo una clasificación histórica.

El Ciaocrem Pallacanestro Varese de Corny Thompson, Romeo Sachetti, John Devereaux y Dino Boselli fue el rival del Aris en la semifinal. En la víspera del partido de ida (19 de febrero de 1985), Galis se rompió la mano en un choque fortuito con Nikos Filipou

Giannakis anotó 29, Binion 18 y Romanidis 11, pero el Aris sólo ganó por tres puntos (80-77). Demasiado poco. Una semana después se impuso la lógica y el Varese venció por 95-71. Galis jugó a pesar de no estar recuperado, anotando 17 puntos.

En la Copa, el Aris se impuso con claridad al Panathinaikós por 86-70, con 8 triples de Giannakis (37 puntos) y 33 puntos de Galis. Aquel partido y la manera tan clara de ganar suponía un traspaso de poderes. Se invertía la tendencia dominante de los verdes del sur en favor de los amarillos del norte.

Nikos Filipou con la Copa de 1985 en el SEF.

domingo, 13 de abril de 2014

El regreso a Salónica de Mike Jones, “El Cervatillo”.

Mensaje de Jones a Sentragoal.gr en 2012.

A Mike Jones lo incluiría en el club de los incorregibles. Son socios del mismo aquellos peculiares americanos que llegaron a Grecia a finales de los 80 o a principios de los 90, caracterizados por atesorar una enorme calidad y por llevar una vida azarosa fuera de las canchas. El presidente de tal puñado de ilustres es Roy Tarpley, claro, al que le siguen el propio Jones, Walter Berry, John Salley, Carey Scarey, Charles Shakleford o Xavier McDaniel, entre otros. Así como algunos de estos cracks no lograron rehacer sus vidas, debo decir que Mike Jones lo hizo. Sus aventuras extradeportivas fueron más bien fruto de la edad y de la época que le tocó vivir. Pecados de juventud, vaya.


Jones estudió en la Universidad de Auburn y fue elegido el número 63 del Draft de 1988 por los Milwaukee Bucks. Llegó al PAOK para ocupar la plaza de Joe Dawson, que fue cortado durante la pretemporada. Firmó por 180.000 dólares con el objetivo de ayudar a ganar un título y destronar al Aris

Aunque su intención siempre fue la de jugar una o dos temporadas en Europa y regresar a casa, acabó haciendo carrera en el viejo continente.

La plantilla durante la pretemporada 88/89, antes de la llegada de Jones.

Fue el primer extranjero que jugó en la liga con el PAOK en toda su historia (no cuento los nacionalizados). Recordemos que antes de 1988 no estaba permitido jugar con extranjeros en las competiciones domésticas.

Quizás por haber sido el primero se convirtió en uno de los más queridos. Los otros americanos que habían pasado por el club sólo lo habían hecho para los partidos europeos, que a veces eran muy pocos.

Mike Jones y Edgar Jones.

Debió ser una temporada curiosa la 1988-1989. El Panathinaikós firmó a Edgar Jones, con 7 años de experiencia en la NBA y que había participado en el concurso de mates de 1984, el Olympiacós a Carey Scarey, ex de los Jazz de carácter problemático, el AEK a Danny Vranes, todo un número 5 del Draft (en 1981), etc... Sin duda, con la llegada de estos extranjeros empezaba una nueva era.

Aterrizó en plena época de dominio amarillo del Aris de Salónica y se sorprendió mucho cuando vio cómo eran los derbies de la ciudad. Debutó en un amistoso contra el Perugia el 26 de agosto (109-63 con 22 puntos) y jugó su primer partido oficial con la camiseta negra en Lyon contra el Villeurbanne (83-93 con 29 puntos, 13/28 en el tiro y 11 rebotes). El primer partido en casa fue de liga contra el Panionios (105-75 con 35 puntos).

El Cervatillo y el entrenador Johnny Newman.

En el PAOK fue conocido con el sobrenombre del “Moró tou Elafioú”, que vendría a significar “El Cervatillo”, tanto por su manera de jugar como por su carácter dócil y su “procedencia-Bucks”.

Mike Jones solamente jugó una temporada en el PAOK; en 22 partidos de liga anotó 28,8 puntos de media, siendo el tercer máximo anotador del campeonato. En la Copa Korac el equipo fue eliminado en la segunda ronda contra el Estrella Roja después de un partido que nunca terminó en Belgrado (en Salónica metió 37 puntos y en Belgrado 30). En la Copa, Jones y Prelevic condujeron al PAOK a la final, pero Galis y Giannakis impusieron su ley. El Aris derrotó al PAOK por 91-86 (Jones anotó 31 puntos y cogió 15 rebotes).

Jones defendido por Boban Jankovic en el PAOK-Estrella Roja de la Copa Korac.

El Cervatillo era un tres al que le encantaba jugar alejado del aro. Era bastante corpulento a pesar de no ser excesivamente alto (2,01 cms.), hecho que le permitía jugar de espaldas al aro. Sin embargo, prefería jugar de cara y tirar desde fuera de la zona. Jones era capaz de coger el rebote y correr subiendo la bola sin problemas. En muchas ocasiones hacía funciones de base e intentaba sacar ventaja forzando el contacto.


Destacaría también sus largos brazos y su amplitud de hombros. Sabía aprovechar muy bien su cuerpo para coger rebotes. Su poderoso tronco inferior y su culo le facilitaban las cosas en la pintura, exchando de la misma a los atacantes que amenazaban con capturar la bola.


Era bueno en el tiro exterior y en el uno contra uno. Pedía siempre aclarados en el centro para así poder atacar a su defensor, generalmente más débil, más bajo y más blando.

Tenía una muñeca prodigiosa, fácil, de manual.

Su punto débil era, probablemente, su lentitud en el desplazamiento lateral cuando defendía. Sus porcentajes en el tiro a veces eran muy malos, pero entonces los americanos tenían “licencia para tirar”. Por entonces podían jugar perfectamente los 40 minutos, de ahí que a veces se excediesen.

La suspensión de Galis y los brazos de Fasoulas y Jones.

Con el americano como una de las figuras del equipo, el PAOK rompió la racha de 80 victorias seguidas del Aris en Grecia. Fue el sábado 5 de noviembre de 1988 y los blanquinegros se impusieron por 81-78. Jones y Galis se “contrarrestaron”, anotando cada uno 30 puntos. El alero, además, cogió 14 rebotes en un choque en el que no jugaron ni Giannakis ni Prelevic.

Sorprendentemente, no hubo acuerdo de renovación y el alero regresó a Estados Unidos. Por entonces se ganó fama de juerguista e incluso llegó a declarar que sus mejores partidos ya los había jugado puesto que salía de noche. Quizás aquello justificaba los bajones físicos que sufría en las segundas partes.

Panagiotis Giannakis y Mike Jones.

Durante el verano de 1989, mientras Mike estaba probando en el campus de los Charlotte Hornets, recibió una oferta del Aris que no pudo rechazar. La idea de jugar en el mejor equipo del país junto a Nikos Galis era demasiado seductora, a pesar de que sólo podría participar en la competición europea. Reconoce que el griego americano ha sido el mejor jugador contra el que se ha enfrentado y el hombre más profesional que ha visto.


Con Stojan Vrankovic en lugar del canadiense Greg Wiltjer y Mike Jones de segundo extranjero el Aris se clasificó por tercera vez consecutiva para la Final Four. En Zaragoza, sin embargo, las cosas no fueron bien y el Aris cayó en semifinales frente al Barcelona (104-84) con 21 puntos de Jones (en el partido por el tercer puesto anotó 29). Al parecer, se las tuvo con Vrankovic en los vestuarios.

“La cacería”.

La cacería en la prensa.


El 24 de abril de 1990 la Brigada de Narcóticos irrumpía en la casa de Jones y encontraba 30 gramos de hachís en la mesilla de noche. Declaró que era para consumo propio y que le ayudaba a superar el fracaso de la Final Four. Al parecer, según los reportajes de la época, Jones utilizaba al nigeriano que vivía con él como puente para conectar con su proveedor, al que concía desde el año anterior cuando estaba en el PAOK. Las sospechas llevaron a los policías a seguir al africano, que les condujo al estadio del PAOK, en Tumba, que era donde se hacía la transacción (concretamente en la puerta 4).


Tanto el americano como el compañero de piso acabaron en comisaría. Entonces no había Twitter, pero igualmente la noticia corrió como la pólvora y ambos fueron fotografiados. Pasó la noche retenido.

Jones reconoció su error e insistió que el hachís era para consumo propio. Además, declaró que habían hecho de aquello un espectáculo por ser una persona conocida. Pagó la finaza (1.200.00 dracmas) y el 31 de mayo quedó libre, pero el mal ya estaba hecho.


Sorprendentemente, no hubo juicio porque el que había reconocido ser el proveedor de Jones desapareció como por arte de magia y se retiraron los cargos. Los rumores dicen que el propio club, que sabía de la vida nocturna del jugador, estaba detrás de la historia. ¿Qué necesidad había de cazarlo cuando la competición en la que jugaba ya había acabado? Quedó claro que consumía, pero algo olía mal.

Mike en Tumba viendo al PAOK de fútbol.

Jones se quejó del trato recibido por la policía. Años después declaraba: “todo empezó con mi compañero de piso, pero él no fue el responsable. No sabía lo que hacía. Respondía ante mí. Yo fumaba hachís, lo reconozco. Y lo pagué. No puedo decir que la culpa fuera suya. Lo cogieron a él y luego vinieron a casa a por mí. Me trataron como a un perro.” Y añadía: “fuera de la cancha he cometido muchos errores. Era joven y no estaba bien aconsejado, pero aprendí de todo aquello. No era buen profesional, lo reconozco.”

El americano cogió el primer avión a Francia y se acabó la historia. Con su marcha, el Aris se ahorraba la nada despreciable cifra de 80.000 dólares. Repito, todo muy sospechoso. Los amarillos lograron el doblete, pero Jones ya no estaba en Grecia para disfrutar de los éxitos.

Debido al feo asunto de drogas, Mike no pudo volver al país.


Su carrera siguió adelante después de aquello. Fichó por el Pau Ortez, con el que ganó títulos y rindió a un gran nivel (36,5 puntos por partido). A continuación jugó en el Barcelona, en el Cholet, en el Murcia, en el Peñarol Mar de Plata (Argentina), en el Apollon Limasol, en Montevideo y de nuevo en Chipre, donde se retiró y vive en la actualidad. Tiene su propia academia de baloncesto allí.

Hace dos años y con motivo de la conmemoración de los 100 años de la liberación de Salónica tuvo lugar una reunión de antiguos jugadores en el Alexandreio para jugar un partidillo. Lamentablemente, Mike Jones no pudo asistir debido a aquel asunto turbio del pasado. Las autoridades no le dejaban entrar en el país a pesar de que ya habían pasado 22 años de aquello.

En una nota enviada por el propio Jones a Sentragoal.gr comentaba: “han pasado 22 años de aquello. Fue en 1990, tras la Final Four, y todos saben quién había detrás de aquello. He perdido muchas opoprtunidades de trabajo desde entonces y ahora entreno a niños. No puedo aceptar que las autoridades griegas sigan ofendiéndome por algo que pasó cuando tenía 22 años. Todo ésto debería quedar claro. Gracias.” Estaba invitado, quería venir, pero no pudo ser.

Nikos Stavropoulos y Mike Jones en el PAOK Sports Arena.

El PAOK se puso manos a laobra e hizo lo posible para que pudiera volver a la ciudad, aunque fuera dos años después. El pasado fin de semana recibió un pequeño homenaje en el PAOK Sports Arena. Gracias al cariño de la gente y al esfuerzo de los actuales dirigentes, Prelevic y Stavropoulos –ex compañeros de Jones- el americano pisó suelo griego después de muchos años.



Mike Jones reconoce que nunca debió haberse marchado del PAOK. Es el equipo que lleva en el corazón. Incluso acudía a ver al PAOK de fútbol cuando jugaba en el Aris. Además, como siempre recuerda, el PAOK pagó hasta el último dracma de su contrato, cosa que el Aris no hizo. Algo que también valora del PAOK es que nunca filtrase a la prensa nada de sus frecuentes salidas nocturnas. 

miércoles, 9 de abril de 2014

Hablemos de la final de la Liga Europea de 1994: Joventut-Olympiacós.


Con motivo del próximo vigésimo aniversario de la Liga Europea verdinegra de Tel Aviv, veamos un poco cómo fue aquella final desde la perspectiva griega.

La expedición del Olympiacós llegó a Israel cinco o seis días antes. Fue deseo de Ioannidis que el grupo visitase los Santos Lugares para recibir la bendición del Patriarca ortodoxo. Quedará para la historia la anécdota del Patriarca Diódoros cuando en el sermón habló de derrotar a los “bárbaros” sin saber que en la semifinal el Olympiacós se iba a enfrentar a sus compatriotas del Panathinaikós de Atenas. Es posible que Pavlos Giannakópoulos desconociera el hecho porque hizo una generosa aportación al lugar (30 millones de dracmas nada menos). Conociendo un poco al personaje, estoy convencido de que Ioannidis confiaba en la ayuda divina para ganar. Las cámaras enfocan al Patriarca unos segundos durante la final.

Tanto el Olympiacós como el Panathinaikós habían formado dos plantillas muy potentes con el fin de conseguir la Copa de Europa. Recordemos que nos encontramos en la primera época de los hermanos Thanassis y Pavlos Giannakópoulos en el Panathinaikós, y de Sokratis Kókkalis en el Olympiacós. Los potentados construyen equipos a golpe de talonario.


En los verdes se juntaron Nikos Galis, Frangiskos Alvertis, Nikos Oikonomou, Stojan Vrankovic y Alexander Volkov a las órdenes de Kostas Politis. Los rojillos, dirigidos por el malcarado Giannis Ioannidis, contaban con Panagiotis Fasoulas, Zarko Paspalj, Giorgos Sigalas, Roy Tarpley y los tres yugoslavos nacionalizados: Dragan Tarlac, Milan Tomic y Franko Nakic.

La primera semifinal la disputaban el Barcelona y el Joventut de Badalona en lo que suponía un duelo fratricida de clubes catalanes. Los primeros dirigidos por Aíto García Reneses y los segundos por Zeljko Obradovic. Un equipo que volvía a la Final Four tras dos años de ausencia contra una de las fuerzas emergentes. El Joventut había llegado a la final dos años antes, cayendo in extremis por culpa de aquel triple desequilibrado de Alexander Djordjevic.

A los griegos les daba más miedo el Barcelona. ¿Menospreciaron los helenos a los badaloneses?


La mayoría de aficionados viajó en barco a Tel Aviv, partiendo de El Pireo y del puerto de Rafinha. Los caprichosos horarios hicieron que algunos de los ferrys coincidieran en su hora de llegada a Israel, con lo que las primeras peleas entre rojos y verdes ya se produjeron en el mismo puerto de Tel Aviv. También hubo roces en la mismísima Jerusalén los días posteriores. En la rueda de prensa previa hubo algún que otro puyazo entre los dos entrenadores.

El Olympiacós perdió la final el día en que ganó la semifinal.

El Olympiacós se impuso en la semifinal al Panathinaikós por 77-72 (OLY: Paspalj 22, Tarpley 21, Sigalas 15, Fasoulas 13, Tomic 6, Bakatsiás, Stamatis, Nakic, Tarlac, Kambouris. PAO: Volkov 32, Vrankovic 11, Galis 8, Patavoukas 7, Myriounis 6, Georgikopoulos 3, Oikonomou 3, Alvertis).

Zarko Paspalj (22) y Roy Tarpley (21) fueron los protagonistas del partido. La defensa de Giorgos Sigalas sobre Nikos Galis, que acabó en 8 puntos, fue otra de las claves del choque. Volkov anotó 32 puntos pero recibió poca ayuda en ataque. La enorme rivalidad existente y la tensión vivida desgastaron enormemente al equipo marinero. Había que ganar al eterno rival si se pretendía volver vivo a casa. Por momentos parecía que vencer la semifinal fuera el objetivo, no conseguir la Copa.




En la otra semifinal el Joventut de Badalona se impuso al Barcelona por 79-65. Los culés llegaron al descanso con ventaja (31-36), pero la salida de Tomás Jofresa en el segundo tiempo cambió el signo del partido. Con un parcial de 17-2 la Penya se puso por delante 51-42 y el Barça no pudo reaccionar. Tomás acabó con 21 puntos y Villacampa 20, mientras que por los azulgranas Epi metió 23. El día después de la semi, la Penya se fue al zoo, como explica Villacampa en la web de la Euroleague.


En el partido por el tercer puesto el Panathinaikós ganó al Barça por 100-83 en lo que sería el último partido de Galis en una Final Four (anotó 30 puntos).

Analicemos la final. Propongo el ejercicio de ponernos en lugar de un aficionado del Olympiacós. Dífícil no acabar desquiciado y con ganas de matar a alguien.

El partido es malo de solemnidad, siguiendo un poco la tónica de la Final Four de la temporada anterior, aquella en la que el Limoges se proclamó campeón. El choque transcurre lento, trabado, zarrapastroso, feo. ¡Pero pobre de ti que te levantes del sofá! Se masca la tensión, el miedo y la angustia. Entre el humo de los cigarros que los griegos se fuman en la grada reconocemos a la figura del cura.


Ioannidis empareja a Sigalas con Villacampa. Rambo puede con el capitán durante el primer tiempo. Efthimis Bakatsiás sale de titular y es el que anota la primera canasta griega en el minuto 2:30. Hay poquísima fluidez desde el inicio por parte de los dos equipos y Fasoulas lo falla absolutamente todo. El Olympiacós empieza con 1/9 en el tiro.

Zeljko quería dos partidos a pocos puntos. Al Barça lo dejó en 65 puntos y desde los primeros minutos se ve que a los helenos les va a pasar lo mismo. Las pantallas de los hombres bajos como Rafa Jofresa sobre los defensores de los pívots verdinegros permite lanzamientos cómodos de los hombres altos. La Penya toma ventaja explotando las muñecas de Ferran y Thompson (9-4). Es decir, lo que en el fondo va a definir la final ya se da en los primeros minutos y Ioannidis no pone remedio.

Los pívots verdes incomodan muchísimo jugando por fuera. Fasoulas y Tarpley sufren y por momentos dudan: no saben si salir y dejar desierta la zona o si quedarse en el cambio de hombre.

A pesar de que el ataque catalán es más fluido, no se escapa y permite el empate (10-10) con la primera canasta de Tarpley en el minuto 10. Con Tomic y Tarlac, que se había perdido 42 partidos por lesión, el Olympiacós mejora. El americano conecta con el partido, pero Tarlac se carga rápidamente de personales (comete 3, 2 en ataque) y vuelve al banquillo.

 

La Penya tiene problemas en el poste bajo con Zarko Paspalj. Los griegos encuentran ahí una vía de agua por donde entrar. Físicamente Smith no puede con el alero.

Obradovic realiza su primer cambio en el minuto 12. Entra Tomás Jofresa por un desacertado Villacampa, que se ha visto superado por Sigalas. El base entra revolucionado y el Olympiacós lo aprovecha para abrir hueco (24-16). Paspalj sale liberado de los bloqueos y se vuelve peligrosísimo en los 3 metros. Casi es preferible hacer faltas y mandarlo al tiro libre.

Los árbitros pitan muchas faltas personales, pero muy repartidas. El montenegrino toma la responsabilidad. Pide la bola y el equipo lo busca. La salida de Juan Antonio Morales consigue frenar a Tarpley, que llevaba varios minutos a buen nivel. La rotación verdinegra se reduce a 7 hombres, aunque Morales jugará poquito. Aunque el Olympiacós tiene más banquillo, la rotación es casi tan corta como la del Joventut. Los griegos no consiguen cargar a los interiores rivales con faltas.

Por el Joventut anotan todos. Villacampa mete su primera canasta en juego a falta de 3 minutos para el descanso. Contrariamente, el Olympiacós depende demasiado de Paspalj y del intermitente Roy, empeñado en jugar por fuera en ataque.


El ritmo sigue siendo lento y el choque es roñoso, huraño, difícil. En medio del atasco, las canastas de Ferran Martínez son agua bendita. Al descanso, Ferran 14 - Fasoulas 0. Un triple de Mike Smith sobre la bocina empata el partido a 39.

La primera canasta de Panagiotis Fasoulas llega en el minuto 22. A esas alturas, Tarpley ya llega andando al ataque.

Al principio de la segunda parte la igualdad es máxima. La angustia crece a medida que avanzan los minutos. Continúa el concierto de pito y los ataques se alargan. Cuesta anotar una barbaridad y los errores se multiplican fruto de los nervios y de la precipitación. La buena noticia para la Penya es que Villacampa se ha destapado.

 

El Olympiacós debería correr, pero Obradovic no lo permite. La riqueza táctica defensiva evita las transiciones rápidas de los griegos. Ioannidis parece incapaz de cambiar el signo de los acontecimientos desde la pizarra y lo único que hace es quitarse y ponerse la chaqueta.

Zarko ya no es una de las opciones, es la única opción, pero su selección de tiro es pésima. El cansancio de los dos jugadores clave es evidente; sólo hay que verles la cara y seguir sus movimientos. Brazos caídos, resoplidos, cabeza gacha, sudor... La primera canasta de Tarpley en la segunda parte llega en el minuto 9.

Más que pérdidas de balón, lo que hay son muchos errores en el tiro, posesiones al límite y tiros libres espantosos. Tarlac regresa pero comete dos faltas seguidas y acaba expulsado.


Paspalj se mantiene en pista a pesar de que lleva 12 minutos sin anotar y está absolutamente ahogado. Ya está en 6/16 y subiendo. Con un triple de Sigalas el Olympiacós se pone 4 puntos por delante (56-52), ampliados a 5 con un tiro libre de Tomic, que será el último punto de su equipo.

A falta de 6:40 para el final y coincidiendo con el regreso de Rafa Jofresa al quinteto badalonés, se produce el black out griego, el apagón, el cortocircuito, el hundimiento.

Los últimos ataques y tiros de Olympiacós son absolutamente inexplicables.

1. Tomic falla el segundo de sus tiros libres.

2. En el siguiente ataque el Olympiacós pierde la posesión. Roba Mike Smith. A Sigalas se le ve hecho polvo, como a Tarpley y a Paspalj.

3. Falla Bakatsiás.

A pesar del cortocircuito, la Penya tampoco anota, con lo que la final sigue abierta. Los catalanes no ganarán por aplastamiento, más bien por asfixia.

4. Milan Tomic yerra el tiro.

5. Giorgos Sigalas falla un contraataque claro. Intenta asegurar tirando a tabla que acaba en pedrada. Zarko Paspalj coge el rebote y fuerza una falta personal. El montenegrino falla los dos tiros libres.

6. Tomic da un mal pase a Tarpley, que acaba en el suelo perdiendo la bola. Las caras de los jugadores son un poema y Ioannidis sigue más pendiente de las cámaras y de la chaqueta que de poner soluciones. Villacampa pide la bola y con decisión anota de tres (57-56 a 1:30). Ese triple, tal como están las cosas, vale 5 o 6 puntos. La Penya sabe que ha llegado su oportunidad y el Olympiacós huele a muerto. Los griegos ven venir la ola que los va a arrollar pero no les responden las piernas. Jordi pide la bola convencido de que la va a meter. Se ve desde el primer pase. En el momento en el que los brazos griegos están agarrotadísimos aparece la muñeca de Villacampa. Él no lo sabe, pero gracias a ese triple el Joventut ganará la final. El Olympiacós defiende condicionado por el triple anterior y se vuelve loco cuando el balón le llega al capi. Le cierran dos hombres y libera en busca del lado débil. 

7. Panagiotis Fasoulas acribilla el aro después de una especie de reverso. A estas alturas, la gente se empieza a preguntar si no lo estarán haciendo a propósito. Thompson anota el triple definitivo tras un ataque eterno. La Penya circula el balón por fuera sin que parezca que nadie quiera tomar la responsabilidad, captura dos rebotes ofensivos cruciales (uno de Ferran y otro de Mike Smith) y Cornelius anota un tiro lejano que sentencia el choque.

8. La Penya comete falta sobre Zarko Paspalj.


Empiezan las chapuzas en la mesa de anotación. Tras la falta a Paspalj han corrido unas décimas. Por suerte, el montenegrino falla por enésima vez en el 1+1. Sorprendentemente, ahora el reloj no se mueve. En el tiro libre la zona verdinegra parece las Ramblas.

9. Tomic no se ha percatado de que el reloj ha muerto, porque de lo contrario podría incluso haber penetrado. Se juega un lanzamiento de 10 metros.


10. El rebote le llega a Paspalj, que falla otra vez desde la esquina con gente del banquillo verdinegro dentro del campo. Todo culmina con un palmeo infructuoso de Tarpley, que no se sabe muy bien si era dentro o fuera de tiempo.

El partido estaba destinado a terminar con un tiro lejano de un pívot verde. Sin quitar méritos al Joventut, en la victoria catalana también hay mucho demérito del Olympiacós. Todavía hoy nadie se explica lo que pasó. Ferran volvió a ser el verdugo de un equipo griego en la Final Four, porque ya lo había sido contra el Aris de Ioannidis en Zaragoza.


He leído en algún sitio que el público rojiblanco la tomó con Oikonomou y Alvertis, a los que al parecer se les vio celebrando el triunfo catalán. Otra fuentes no confirman este hecho.


La tensión pudo con Babis Papadakis, que se desmayó camino de los vestuarios. Dantesco final. Volvió en sí gracias a la ayuda del médico del Panathinaikós, Christos Skordís.


Después del partido, Ioannidis fue sorprendido tomándose una botella de wiskhy junto a los vestuarios y fumándose una caja de cigarrillos. Cuando Sigalas quiso reunir a los compañeros para el grito de rigor, el entrenador un poco más y lo manda a freír espárrafos. “¿Acaso no ves que todo está perdido?”, le espetó.


Como siempre pasa en Grecia cuando ocurren estas catástrofes, se habló de apuestas, de haberse dejado perder a cambio de dinero, e incluso de que dentro del golpe estaban metidos Tarpley, Paspalj y Kókkalis, el presidente.

A Ioannidis le llovieron las críticas. Siempre asfixiando a sus jugadores, creando un clima pesado nada positivo que no hacía bien al grupo, como pasó con el Aris. Tarpley y Paspalj se arrastraban por la pista en la segunda mitad y no los cambió. Lo nunca visto. El equipo se convirtió en el Titanic. Se iba hunidiendo irremediablemente a los ojos de Europa y el mandamás se veía superado e impotente ante lo que se le venía encima.

Psicológicamente el equipo estaba preparado para afrontar el partido contra el PAO, pero no contra un rival en teoría menos potente como el Joventut. Llegó a los últimos minutos de la final completamente vacío. No respondían ni las piernas ni la cabeza.

La Penya no permitió que el Olympiacós se escapase de muchos puntos y luego jugó con su nerviosismo. Paspalj llegó con 15 puntos al descanso y Ferran con 14. A pesar de ir por delante durante muchos minutos, a los griegos no se les veía cómodos. Erráticos. Los verdes jugaban con cuatro por fuera y eso volvió loco al Olympiacós. Paspalj no metió en toda la segunda parte.


Tarpley huía del contacto como de la peste y Fasoulas veía el aro cuadrado. El bajón físico del americano fue muy comentado y luego se dijo que la noche anterior había salido de juerga por Tel Aviv.

Al parecer, Tarpley había tenido sus más y sus menos con Stamatis porque “Roy cobra mucho” había dicho al principio de temporada. Se produjo un conato de pelea en el hotel el día antes de la final y quizás por ello el americano acabó marchándose por ahí. Mientras, no lo olvidemos, el Joventut pasaba la mañana en el zoo.


El Olympiacós no corrió en casi ningún momento. No explotó una de sus virtudes.

Lo único que hacía Ioannidis era quitarse y ponerse la chaqueta. Por momentos parecía más pendiente de las cámaras que de otra cosa. Mucho mover los brazos y tal, pero tácticamente estuvo muy mal.

Algunos datos:

- En los últimos 6:40, el Olympiacós: 0/2, 0/1, 0/4 y 2 pérdidas. Parcial de 0-7. Del 57-52 al 57-59 final.

- Me pregunto qué pensarán los “estadísticos” si les digo que el Olympiacós tuvo 6 posesiones más y un error menos en la final. En total, los griegos tuvieron 8 opciones más de anotar que el Joventut.

- Tarpley + Fasoulas + Paspalj: 12/37, 32%. Ferran + Villacampa: 55% de los puntos verdinegros.

- Tiros libres de Paspalj: 3/10. Sumando los dos días: Zarko 5/15 en tiros libres y Roy Tarpley 11/28 en tiros (39%).

- Cornelius Thompson, el héroe, hizo un mal partido: 2/7 en tiro y 5 pérdidas. Salía de una lesión pero aguantó como un toro.

- Apenas hubo asistencias.

La ficha: Jueves 21 de abril de 1994. Yad Eliyahu, Tel Aviv.

JoventutOlympiacós: 59-57.

Joventut: Rafa Jofresa 4, Villacampa 16 (5/10, ½, 3/5, 4 rebs.), Smith 6, Ferran Martínez 17 (5/15, 1/3, 4/7, 10 rebs.), Thompson 9 (2/8, ½, 2/2, 4 rebs.), Tomás Jofresa 5, Morales 2.

Olympiacós: Tomic 10 (2/6, 1/3, ¾), Bakatsiás 2, Paspalj 15 (6/16, 3/10, 6 rebs.), Fasoulas 2, Tarpley 15 (5/16, 0/3, 2/2, 14 rebs., 5 pérdidas), Sigalas 14 (2/6, 2/2, 4/5, 3 rebs.), Stamatis, Tarlac 2.

El MVP se lo dieron a Zarko Paspalj, para mí injustamente. Debería haber sido Ferran Martínez, que a lo tonto acabó con 17 puntos y 10 rebotes, aunque con malos porcentajes. Por el conjunto de los dos partidos, también Jordi Villacampa estuvo mejor que Paspalj. Quizás el buen partido de Ferran le abría las puertas del Panathinaikós, equipo por el que ficharía al cabo de dos temporadas, también con Obradovic en el banquillo.

Una peña del PAOK hizo miembro honorífico a Corney Thompson.

Las explicaciones de Ioannidis en rueda de prensa fueron de lo más absurdas: “Estas cosas no pasan ni en el cine, pero cuando Dios es el director, no puedes cambiar el escenario”. Autocrítica cero, como siempre. El Rubio sigue diciendo todavía hoy que Thompson no tenía buena mano.

Zarko Paspalj, la estrella del equipo, llegó a decir: “Estaba seguro que fallaría con la presión que tenía encima”. ¿Cómo es posible?


Se dijo después que poco antes de la Final Four había cambiado su forma de tirar. Contra el Peristeri, unas semanas antes, llegó a anotar 23/23. El rumor forma ya parte, como tantos otros, de las habladurías que corríeron por entonces después del batacazo.



El Olympiacós se repuso de aquello y logró hacer el doblete. La sensación de haber perdido una oportunidad histórica sigue todavía hoy en la mente de los aficionados, que no se explican cómo se pudo perder aquello.